jueves, 7 de mayo de 2015

Perdón


33 Cuando llegaron al lugar llamado “La Calavera[o]”, crucificaron allí a Jesús[p] y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen[q]. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos. 35 Y el pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se mofaban de El, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo[r] de Dios, su Escogido. 36 Los soldados también se burlaban de El, acercándose y ofreciéndole vinagre, 37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38 Había también una inscripción sobre El[s], que decía: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
                                                                  Lucas 23:  33 - 38

En esta fría mañana de jueves quiero cerrar las reflexiones entorno a la Pascua del Señor con este Séptimo gran aprendizaje que Jesucristo nos quiso transmitir en sus últimas horas.

Todos sabemos que Dios es Amor.... pero no el amor que nosotros decimos tener a nuestros seres queridos sino un Amor inabarcable que para nuestra naturaleza humana es incomprensible.

En este mundo en que vivimos, todo lo que nos rodea parece contrario a este gran principio del Amor que Dios nos quiso mostrar al entregar a su propio hijo para perdón de nuestros pecados.

El rencor, el orgullo y la venganza parecen ser conceptos mucho mas fáciles para nosotros que el perdón. Es muy frecuente que en nuestras comunidades escuchemos decir: Que Dios le perdone porque yo no puedo.... 

Parece que se trata de algo superior a nuestras fuerzas.

Os propongo que en este rato de oración reflexionéis acerca de que cosas en tu vida te han parecido imperdonables...

¿ Qué personas han sufrido tu condena ? ¿ A quien no eres capaz de perdonar?

Pues bien. Ahora compara esas minúsculas ofensas con lo que estaba sufriendo Cristo en este pasaje del Evangelio.

A mí se me cae la cara de vergüenza de hacer esta simple comparación. Dios nos quiso enseñar en los últimos momentos de la vida terrenal de su hijo a perdonar siempre, hasta el punto de que Jesucristo intercede ante el Padre por aquellos pecadores en los que estamos representados todos los pecadores, porque de haber estado allí... ¿ Creéis que nuestra conducta hubiera sido mejor que la de aquellos soldados? 

Analiza ahora todos los desagravios que en nuestra vida cotidiana has ido cometiendo contra Dios y piensa:
 Si Dios ha sido capaz de Perdonarte todo eso... ¿ Te parece justo que tu guardes rencor a ese compañero, a ese hermano, a ese amigo....?

Presentemos a Dios en este rato a todas las personas que de una u otra manera nos ofendieron. Pidámosle fuerza y sabiduría para poder olvidar esos desagravios porque como dice el padrenuestro el perdón hacia nuestros hermanos debe siempre estar al nivel del perdón de Dios, y ¡Qué alto está ese nivel!

Ojalá esta pequeña reflexión nos sirva para liberar nuestras vidas de esas cadenas del rencor que  esclavizan  nuestras vidas porque Dios quiere que seamos hijos limpios de corazón.

BENDICIONES

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