domingo, 6 de julio de 2014

EL ALFARERO PACIENTE



"Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR diciendo:

Levántate y desciende a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.

Entonces descendí a casa del alfarero, y he aquí, estaba allí haciendo un trabajo sobre la rueda.

Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció al alfarero hacerla.

Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR diciendo:

¿ No puedo yo hacer con vosotros, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? - Declara el SEÑOR. He aquí, como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel."

                                                         Jer. 18: 1 - 6

En esta mañana de Domingo os propongo reflexionar acerca de esta preciosa lectura, este conmovedor mensaje del mismo Dios a su pueblo.

Todos hemos escuchado alguna vez la metáfora de que Dios es alfarero pero no tengo tan claro que seamos conscientes de lo que significa, lo que lleva implícito.

Quizás decir que Dios es mi SEÑOR nos parezca fuerte por lo que supone reconocer SU Grandeza, pero para mí supone mucho más trabajo reconocerlo como Alfarero.

Decir que Dios es Alfarero es reconocerlo como único creador de todo lo que vemos y de nosotros mismos, reconocer que nos seríamos nada sin su Gran Obra creadora.

Esta metáfora nos deja a nosotros en la situación de ser barro. El barro es lo más bajo que puede haber en nuestro mundo. Es sucio, incómodo, inútil, feo y por supuesto sin valor.

Esta lectura de Jeremías nos recuerda que eso éramos nosotros antes de la intervención valioso a nuestro SEÑOR. Resulta increíble que del barro Dios haya sacado lo que sacó....

Cuando uno se levanta un día de frío invierno como el que tenemos hoy y mira por la ventana y observa los rayos de luz, los pájaros, los árboles, los montes.... entiende que solo un ser Supremo como Dios puede haber hecho eso.

Si recapacitamos acerca del papel que nos toca desempeñar en esta creación como amos de todo entendemos lo que Dios nos ama. Y amar un trozo de barro.... Tiene mucho mérito.

Si seguimos reflexionando entorno a la metáfora del Alfarero.... como decía, toda la naturaleza que nos rodea es la obra de arte que Dios diseñó. Se trata de una maravillosa obra que es muy frágil como si de porcelana o cerámica fina se tratara.

Y nosotros los hombres nos encargamos una y otra vez de dañar esa obra... pero Dios que es todo Amor está siempre dispuesto a reparar nuestros daños devolviéndonos esa belleza incomparable que solo EL nos sabe dar.

En este fragmento del Evangelio, Jeremías nos cuenta cómo Dios solo nos pide que seamos humildes y reconozcamos nuestra carencia saliendo a su encuentro y pidiéndole ayuda para que haga de nuestras vidas una obra de bendición.

Me temo que muchos de nosotros, como el joven rico, nos vayamos cabizbajos por no ser capaces de pedir al Señor que sea el alfarero de nuestra vida.

Si analizamos nuestra vida seguro que localizamos esos momentos en los que la mano sanadora de Dios enderezó nuestra vida colmándonos de sus bendiciones.

¿ No crees que la ocasión vale la pena para quitarnos esa coraza que tenemos puesta y reconocer ante nuestro padre nuestra inmensa fragilidad?

Dios, el Alfarero paciente, está esperando nuestra respuesta.

  

                                                                                   

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