viernes, 4 de julio de 2014

Dios, Creador y Señor


"Escuchadme, islas, y atended, pueblos lejanos, El SEÑOR me llamó desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre mencionó mi nombre.
Ha hecho mi boca como espada afilada, en la sombra de su mano me ha escondido, me ha hecho también como saeta escogida, en su aljaba me ha escondido.
Y me dijo: Tu eres mi siervo, Israel, en quien yo mostraré mi gloria.
Y yo dije: En vano he trabajado, en vanidad y en nada he gastado mis fuerzas; pero mi derecho está en el SEÑOR y mi recompensa con mi DIOS.
                                                          Isa. 49: 1-4

Todos los que nos acercamos a la Palabra de Dios lo hacemos desde el convencimiento de que somos hijos suyos, pero parece que a veces se nos olvidara.

En este pasaje de Isaías se nos especifica más aún. Dios es nuestro Creado y Señor. Él nos pensaba antes incluso de nuestra existencia y puso todo para que nuestra vida fuera posible.

Esto hace de Dios nuestro Señor porque es el único a quien tendremos que rendir cuenta de lo que hicimos con este tremendo don que es la vida.

En solo 4 versículos se nos está diciendo que la forma que se nos pide agradecer ese Don es siendo testimonio, ser embajadores de Dios ante los hombres.

Cuando envías a alguien a que te represente en algún sitio, lo que es de esperar es que se comporte de manera coherente con como lo harías tú mismo. Indudablemente, esta responsabilidad que Dios nos asigna es muy grande, es un arduo trabajo que Dios no tiene duda de que podemos hacerlo.

Consciente de la grandeza de ese trabajo ya se nos anuncia una recompensa infinita: La vida eterna. Además nos expresa su intención de mostrar su grandeza a través de nosotros colmando de bendiciones nuestra vida.

¿ No has tenido la experiencia de que Dios es fiel y nos rebosa de bendiciones cuando nos dirigimos a Él con sencillez y dejamos nuestra vida en sus manos?

¿Estas de acuerdo que si grande es el esfuerzo que nos supone ser hijos de Dios, mayor aún es la recompensa que nos espera?

Reflexionando acerca de este pasaje, yo me imagino a un Dios infinitamente amoroso orgulloso de nosotros, sus hijos, cuando nuestra conducta es la de los hijos de Dios y me motivo por agradar a ese Dios al que le debo TODO.

Yo creo que si cada día al amanecer, nos planteamos que se trata de una nueva ocasión de agradecer nuestra vida a Dios vamos a tener un ánimo y entusiasmo para afrontar nuestra vida cotidiana.


No hay comentarios:

Publicar un comentario