viernes, 31 de octubre de 2014

Una reflexión acerca de la actualidad

 
Buenos días. Aprovecho este blog para compartiros acerca de algo que me ronda la cabeza y me preocupa seriamente como educador y como cristiano.
 
En nuestras sociedades democráticas han surgido dilemas éticos desde mi punto de vista muy difíciles de resolver y que generan debates eternos a los que nadie sabe dar una solución.
 
Uno de esos eternos debates de todos los tiempos es el posicionamiento ético  de la Iglesia hacia la homosexualidad.
 
Esto a mí me parecía lo suficientemente complejo de abordar.... Nunca se puede evaluar o equiparar a un grupo por una de sus características. Es tan grave etiquetar a personas por su orientación sexual como lo es hacerlo por el color del pelo, su origen o su religión.
 
Cada hijo de Dios tiene valor en sí mismo como para ser individuo independiente del resto.... por eso no se puede hacer un posicionamiento acerca de la aceptación de un grupo en nuestras iglesias.
 
Creo que nadie debería plantearse la aceptación de tal o cual individuo en una u otra comunidad, porque solo Dios puede juzgar la actitud de la persona y el Evangelio expone de manera clara y concisa que todos ( sin excepción) somos hijos queridos de Dios y estamos llamados a su Reino.
 
Por tanto para mí la aceptación o no de una persona homosexual en cualquier Iglesia no es el tema a debatir  ya que no podemos juzgar al hermano.
 
¿ Que te hace pensar que el pecado del otro es más grave que el tuyo?
 
Puesto en claro este primer punto, creo que es de gran interés reflexionar más allá de esto. Las  Iglesias no pueden poner " Leyes" porque para nosotros los Cristianos solo rige la ley de Dios.
 
 En las Iglesias Cristianas ( Cualquiera de ellas) lo que se establecen doctrinas que se piensa que nos ayuden a acercarnos a lo que Dios quiere de nosotros y se establece que conductas sin ningún lugar a dudas nos alejan de Dios.
 
Así pues, no es nuestra orientación sexual lo que a Dios le importa de nosotros, sino nuestra conducta.
 
Nadie nos preguntará el día de la venida si fuimos heterosexuales u homosexuales sino si estuvimos cerca o lejos del camino que Jesucristo nos enseñó, si Amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
 
Sin embargo en una sociedad democrática se deben dictaminar leyes que no tienen por  qué estar de acuerdo con nuestra moral cristiana porque el gobierno lo elige la mayoría y no en todos los países la mayoría se corresponde con lo que nosotros pensamos....
 
Si un gobierno dicta tal o cual ley reconociendo derechos que para nosotros no son tales solo debemos obviarla.
 
Por ejemplo:
 
El matrimonio Cristiano es de hombre y mujer. Por tanto, una persona con tendencia homosexual  que sea cristiana sabrá que si se enamora y se va a vivir con su pareja, eso para Dios no es matrimonio. 
 
Los hijos para Dios nacen naturalmente de una relación entre hombre y mujer. Así que aunque una ley terrenal permita a parejas homosexuales adoptar.... un Cristiano homosexual sabe que ese modelo familiar nos es el que Dios instauró cuando creó a Adán y Eva.
 
Aunque nos cuenten cuentos de que un niño puede tener dos papás sabemos que Dios nos dio la grandeza insustituible de una madre.
 
No me cabe duda de que hay parejas homosexuales que nos podrían enseñar a los heterosexuales acerca del Amor, la Fidelidad y la Entrega al otro.
 
No me cabe duda de que hay homosexuales que podrían ser mejores padres que muchos heterosexuales.
 
Pero ese no es el   tema. El tema es si la homosexualidad tal y como ha sido concebida en nuestro siglo ( como una forma de liberalismo extremo y culto al cuerpo) es un espacio adecuado al desarrollo evolutivo de los niños y niñas de nuestro tiempo.
 
¿No  estará corriendo el peligro el concepto de infancia como época protegida en la que el ser humano pueda desarrollarse desprendiéndose a su ritmo de la inocencia?
 
Este es el interrogante que os comparto esta mañana  y para reflexionar a este respecto os comparto este duro testimonio que está recorriendo las redes sociales.  
 
 
IMPACTANTE TESTIMONIO: MUJER CRIADA POR HOMOSEXUAL PIDE A GOBIERNOS PROTEGER EL VERDADERO MATRIMONIO
(Fuente: ACI, Taringa)
Una mujer canadiense que fue criada en un hogar homosexual se dedica ahora a asistir a otras personas que atraviesan por la misma situación y a pedir a los gobiernos del mundo que protejan el matrimonio entre hombre y mujer.
Según informa ForumLibertas.org, Dawn Stefanowicz vive en Ontario, Canadá, con su esposo de toda la vida y sus dos hijos, a los que ha educado en casa. Actualmente prepara su autobiografía y desarrolla un ministerio especial desde el sitio web (en inglés) http://www.dawnstefanowicz.com/:
Brinda ayuda a otras personas que como ella crecieron a cargo de un padre homosexual y fueron expuestas a este estilo de vida.
Stefanowicz explica en el sitio web “cómo en su infancia estuvo expuesta a intercambios de parejas gays, playas nudistas y la falta de afirmación en su feminidad, cómo le hirió el estilo de vida en el que creció, y ofrece ayuda, consejo e información para otras personas que han crecido heridas en un entorno de ‘familia’ gay, un estilo de ‘familia’ que ella no desea para nadie y que cree que las leyes no deberían apoyar”.
Su testimonio:
En su relato, Stefanowicz explica que debido a una enfermedad grave de su madre debió quedar al cuidado de su padre homosexual cuando aún era una niña. “Estuve expuesta a un alto riesgo de enfermedades de transmisión sexual debido al abuso sexual, a los comportamientos de alto riesgo de mi padre y a numerosas parejas”, relata.
“Incluso cuando mi padre estaba en lo que parecían relaciones monógamas, continuaba haciendo ‘cruising’ buscando sexo anónimo. Llegué a preocuparme profundamente, a amar y entender con compasión a mi padre. Compartía conmigo lo que lamentaba de la vida. Desgraciadamente, siendo niño unos adultos abusaron sexual y físicamente de él. Debido a esto, vivió con depresión, problemas de control, estallidos de rabia, tendencias suicidas y compulsión sexual. Intentaba satisfacer su necesidad por el afecto de su padre, por su afirmación y atención, con relaciones promiscuas y transitorias. Las (ex) parejas de mi padre, con los que traté y llegué a apreciar con sentimientos profundos, vieron sus vidas drásticamente acortadas por el SIDA y el suicidio. Tristemente, mi padre murió de SIDA en 1991″, recuerda.
Según Stefanowicz las “experiencias personales, profesionales y sociales con mi padre no me enseñaron el respeto por la moralidad, la autoridad, el matrimonio o el amor paterno. Me sentía temerosamente acallada porque mi padre no me permitía hablar de él, sus compañeros de casa, su estilo de vida y sus encuentros en esa subcultura. Mientras viví en casa, tuve que vivir según sus reglas”.
“Sí, amaba a mi padre. Pero me sentía abandonada y despreciada porque mi padre me dejaba a menudo para estar varios días con sus compañeros. Sus parejas realmente no se interesaban por mí. Fui dañada por el maltrato doméstico homosexual, las tentativas sexuales con menores y la pérdida de parejas sexuales como si las personas fueran sólo cosas para usar. Busqué consuelo, busqué el amor de mi padre en diversos novios a partir de los 12 años”, sostiene.
Stefanowicz recuerda que “desde corta edad, se me expuso a charlas sexualmente explícitas, estilos de vida hedonistas, subculturas GLBT y lugares de vacaciones gay. El sexo me parecía gratuito cuando era niña. Se me expuso a manifestaciones de sexualidad de todo tipo incluyendo sexo en casas de baño, travestismo, sodomía, pornografía, nudismo gay, lesbianismo, bisexualidad, voyeurismo y exhibicionismo. Se aludía al sadomasoquismo y se mostraban algunos aspectos. Las drogas y el alcohol a menudo contribuían a bajar las inhibiciones en las relaciones de mi padre”.
“Mi padre apreciaba el vestir unisex, los aspectos de género-neutro, y el intercambio de ropas cuando yo tenía 8 años. Yo no veía el valor de las diferencias biológicamente complementarias entre hombre y mujer. Ni pensaba acerca del matrimonio. Hice votos de no tener nunca hijos, porque no crecí en un ambiente de hogar seguro, sacrificial, centrado en los niños”, señala.
Las consecuencias:
“Más de dos décadas de exposición directa a estas experiencias estresantes me causaron inseguridad, depresión, pensamientos suicidas, miedo, ansiedad, baja autoestima, insomnio y confusión sexual. Mi conciencia y mi inocencia fueron seriamente dañados. Fui testigo de que todos los otros miembros de la familia también sufrían”, sostiene Stefanowicz.
Ella asegura que sólo después de haber tomado las decisiones más importantes de su vida, empezó a darse cuenta de cómo la había afectado crecer en ese ambiente.
“Mi sanación implicó mirar de frente la realidad, aceptar las consecuencias a largo plazo y ofrecer perdón. ¿Podéis imaginar ser forzados a aceptar relaciones inestables y prácticas sexuales diversas desde corta edad y cómo afectó a mi desarrollo?. Desgraciadamente, hasta que mi padre, sus parejas sexuales y mi madre murieron, no pude hablar públicamente de mis experiencias”, explica.
“Al final, los niños serán las víctimas reales y los perdedores del matrimonio legal del mismo sexo. ¿Qué esperanza puedo ofrecer a niños inocentes sin voz? Gobiernos y jueces deben defender el matrimonio entre hombre y mujer y excluir todos los otros, por el bien de nuestros niños”, concluye

No hay comentarios:

Publicar un comentario